Quien acepte compartir
mis tardes lluviosas en silencio,
y me acompañe en otoño
a caminar las calles cubiertas
de hojas secas;
quien pase conmigo
las noches frías de invierno,
quien se acerque a mis manos,
con la firme intención
de no pretender soltarlas;
me tendrá junto a sus ojos,
y muy dentro en su costado,
aferrado a un amor de siempre
y también de amaneceres;
con las tardes y sus colores,
con las noches y sus estrellas;
y en el calor de una chimenea,
nos descubrirá una luz a medias... Para entendernos
sin más palabras,
que una mirada sincera...
-Jorge Daniel