Poesía Madrid  22 sep 2017

Renunciando a escuchar los latidos para salvar el corazón.

Pero son latidos fuertes, peleones, como debermans hambrientos de recibir y dar amor. Le llaman a todas horas, sin descanso. Con esta sublevación en mi cuerpo, me rindo por momentos, resisto con un sólo aliado, una voz exterior, la consciencia, la cruda realidad que sólo se sostiene por la voluntad de no recibir más castigo. Un castigo que no merezco. Salgo a una batalla que me desgasta, contra un enemigo muy poderoso, emergente dentro de mi. He de hacerme daño para salvarme, no hay otra manera. Cada uno de tus besos fue una bomba que cambió mi paisaje interior, aquellos abrazos crearon montañas y de sus te quiero surgieron valles llenos de vida. Ahora he de secar los ríos, talar los enormes árboles que florecieron con su nombre. Es normal que no quiera, que me oponga a arrasarlo todo. Pero lo estoy haciendo, cada lágrima que brota es un árbol talado, un río que se ha secado, un trozo de tierra de nuevo yermo. Hasta el día que ya no quede nada. Me destruyo para volver a construirme, y sólo así volveré a ser aliado de ese ejército tan poderoso, el amor....pero ya no será el suyo.

0
📄 0
📊 167



Cargando