El asesino siempre es el mayordomo... (Parte 1 de vete tu a saber cuantas)

Su oficina estaba situada en el céntrico Paseo de Recoletos. Una sobria escalera de mármol blanco, extraído de una cantera levantina por disientes del Régimen, conducía hasta el primer piso del inmueble en donde, a mano siniestra, se accedía al consultorio.

Impedía la entrada una solida puerta fabricada en magnifica madera de caoba adquirida en Senegal por cuatro duros y revendida en Cartagena como si la hubiese pulido el mismísimo Louis de Vuitton. Tal portón se anclaba firmemente al marco -también de caoba- por unos prominentes goznes dorados de la marca "Aceros Americanos," -empresa y solución al mismo tiempo- con sede social en Santoña y delegación comercial en Barbate, por aquello de los impuestos.

En la placa de la puerta, igualmente dorada, rezaba la siguiente inscripción:

DOCTORA SONDOSDIAS
--- PSICOLOGA ---
Terapia del Comportamiento
Consulta de Lunes a Viernes de
9:00 a 13:30 y de 17:00 a 20:00

Rompía la sobriedad del conjunto una nota garabateada adherida a la madera con celofán de doble cara, de esos que usan pegamento sin acido, acorde con las últimas directivas medioambientales acordadas en Kioto y que fueron aprobadas por todos lo estados participantes excepto China, que optó por admitir su desconocimiento sobre los efectos nocivos del acido en el pegamento.

En la esbelta caligrafía de dicho cartel podía leerse:

Está abierto. Entre sin llamar.

Me detuve varios segundos a meditar sobre la conveniencia o no de priorizar los valores cívicos, que me fueron férreamente inculcados en la infancia por los Misioneros Mártires Oblatos, sobre las utilidad práctica de seguir una indicación directa escrita por vete tu a saber quien… al final, pulsé tres veces el negro interruptor de baquelita con estudiada cadencia que transmitía al posible oyente un mensaje de "prisa despreocupada," muy similar al que haría la sirena de un submarino anunciando un hundimiento de emergencia -perdón, inmersion-.

[...] To be continued