Senda que naciste de cálido algodón y dulce nana.
Que pronto te convertiste en incomoda grava.
Algunas veces en cortante piedra y otras en ardiente lava.
Que curtiste mis pies.
Me liberaste de toda pared.
Que me hiciste más humana.
Ya la cima se ve.
Y es de arena calmada.