Es una pena vivir en un mundo con tanta malicia que las mujeres tienen que ir con una barrera de miedo, desconfianza y prejuicios que despliegan delante de ti cuando te quieres acercar a ellas.
Es una pena querer a alguién y no poder mostrarle tu amor por miedo a perderla.
Es una pena que, después de reunir tus fuerzas, decidas hablar con esa chica en el metro que te hace sonreir cada mañana y en lo único que piensa sea en que eres otro loco baboso. No lo soy, pero el decirlo no prueba nada, sólo son palabras, al final las cosas se demuestran con hechos pero para eso se necesita tener una oportunidad.
Te entiendo, sé porque tienes miedo, sé porque desconfias y no me quejo pero si aún tienes espacio en tu corazón para volverte a ilusionar, me encantaría tener la oportunidad de ganarme tu confianza y si soy digno de ella, cuidarla como el tesoro que es.